Pasaje Bollini, una calle perdida en el tiempo

Caminar por Buenos Aires puede ser cansador o aburrido para algunos, pero si se va atento, muchas cosas pueden llegar a sorprenderte. Cada rincón de la Ciudad de Buenos Aires cuenta con una historia particular y que en muchos casos tiene que ver con las diferentes culturas que llegaron hace muchos años y participaron de conformación de la Argentina.

El pasaje Bollini, es uno de esos lugares que sorprende y, además, representa y mezcla esas culturas que formaron parte de la construcción del país.

Al caminar por la calle French entre Austria y Sánchez de Bustamante, en el barrio de Recoleta, se cruza una calle de adoquines que contraste con las torres y edificaciones aledañas.

El Pasaje Bollini, figura con este nombre desde el 28 de octubre de 1904, fecha en la que se sanciona la Ordenanza que le da esta nomenclatura. Los terrenos que lo conforman, fueron donados por Francisco Bollini, un inmigrante italiano que llegó a la Argentina en 1914, a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

El pasaje, nace en la intersección con la calle French 2937 y finaliza en José Andrés Pacheco de Melo 2800. Dos cuadras en la que los adoquines y los colores de sus construcciones se destacan por sobre su poco tránsito.

Al iniciar la caminata por el pasaje se pueden encontrar construcciones antiguas de principios del siglo XX, pero que por el paso del tiempo han sido remodeladas y renovadas. En el año 2015, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, realizó la última reforma, en la que limpió los adoquines y pintó las fachadas de las casas de acuerdo al color que querían sus propietarios.

Al finalizar la primera cuadra y llegar al cruce con la calle Peña, se puede ver la parte más moderna y comercial del Pasaje Bollini, con locales de venta de comida en dos de sus esquinas y el restaurante de comida Mexicana Taco Box, que de día permanece con las puertas cerradas, manteniendo el poco movimiento de la calle.

Casi al finalizar el paseo diurno por el pasaje, llegando a Pacheco de Melo, se encuentra la Fundación Nicolás García Uriburu, que desde afuera para el turista no llama la atención. Pero al preguntar surge la información de que varios escritores, fotógrafos, y artistas destacaron el encanto del Pasaje Bollini. Algunos como Aldo Sessa y García Uriburu son vecinos del mismo y otros como Jorge Luis Borges eran asiduos visitantes.

Pero no es lo mismo visitar el pasaje de día que de noche. La vista de Bollini desde French empieza a cambiar. Pese a que está prohibido algunos comienzan a estacionar sus autos o motos y comienzan a destacarse otros aspectos de la antigua calle.

Las casas bajas dejan de destacarse y los edificios más modernos llaman la atención en un paisaje oscuro para las habituales luces de las calles de la Ciudad de Buenos Aires.

La noche de Recoleta tiene sus lugares en el Pasaje Bollini también. Algunos restaurantes y cervecerías funcionaron y funcionan en esta antigua calle dándole movimiento nocturno, algo que comenzó a darse hace algunos años.

El lugar icónico del pasaje es La Dama de Bollini, en Bollini 2281, que se inauguró en 1983. Hoy funciona como centro cultural y restaurante. Es reconocido por ser un refugio de intelectuales como Jorge Luis Borges y Raquel Forner que le dieron prestigio.  

Se cierra el paseo nocturno al Pasaje Bollini, después de recorrer su historia y características particulares, desde la esquina que cruza con la calle Peña se deja ver algún vecino paseando con su perro.

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